En este tiempo del COVID-19 donde lo cotidiano da un viraje y lo que creíamos conocido se torna desconocido: no ir al cole, saludar de lejos, quedarse en casa, comunicarse a través de la web, tan criticado y sancionado, hoy se convierte en una de las herramientas para estar informados, también comunicados, para acompañar a estudiantes a continuar sus procesos de aprendizajes, a pacientes, y a las familias a transitar sus procesos terapéuticos.
En este punto, los Psicomotricistas nos preguntamos:
¿Cómo hacer presencia cuando el contexto restringe la dimensión del encuentro?
¿Cómo construir el encuentro desde el “distanciamiento social” requerido?
Se nos ocurre que este tiempo sea una invitación para re-inventarnos en un “entre-tiempo”, un sostén colectivo del entramado de los lazos sociales.
Que nos encuentre en la experiencia de lo familiar escuchándonos, reflexionando, pensándonos, para la construcción de un mundo extenso que, si bien hoy nos sorprende prohibiendo el encuentro cuerpo a cuerpo y recomendando el “distanciamiento social”, que esto no sea la excusa justa para llenar las horas de pantallas en el medio de la tormenta.
De cuarentena. Si.
Todxs en casa. Si.
Para poder estar de un modo otro, donde podamos hacer de la amorosidad y la paciencia un ejercicio cotidiano, donde no saber qué hacer o cómo transitar el día nos impulse a abrir las puertas… para ir a jugar…
Y en ese ir a jugar la Psicomotricidad marca sendas…
Ya nos dijeron Mara Lesbegueris y Daniel Calmels (2020) en ¿Cómo cuidar al cuerpo de lxs mas pequeñxs en tiempos de coronavirus?: “Es posible generar experiencias lúdicas que nos encuentren en algún momento del día sonriendo. No necesitamos ser lxs más creativos, ni hay recetas para poder jugar.
Es importante habilitar espacios y tiempos para que el jugar atempere los miedos en tiempos de virus…”.
Desde AFeP, invitamos a investigar en familia, con las familias, a qué jugaban nuestros abuelos y abuelas, a rescatar de las infancias aquellas aventuras a las que nos adentrábamos, creando historias, construyendo grandes edificios o escondites remotos, y guaridas con sábanas, a usar Internet para el rescate o la creación de espacios que den lugar al juego, la conversación y el fortalecimiento de los lazos…
Y así…“arde la leña, harina y barro lo cotidiano se vuelve mágico” (Fragmento de la canción “Las manos de mi madre” de Peteco Carabajal)
Comisión Directiva
Asociación Federal de Psicomotricistas A.C